Empecé a interesarme por la ortotipografía mucho antes de saber que todo eso que me inquietaba y para lo que no tenía respuestas tenía un nombre. Pero en realidad es muy sencillo entender cómo llegué a sentir la necesidad de escribir mi libro. Interesarse en cómo escribir correctamente es inherente a cualquier persona que haya intentado redactar algo (cualquier cosa) en un teclado. En mi caso las primeras dudas surgieron cuando empecé a elaborar trabajos escritos para la carrera que estudié. No entendía porqué había tantos tipos de guiones, menos y rayas… ¿Se podrían utilizar indistintamente? También había comillas altas, bajas, simples, dobles… ¿Todas servían para lo mismo? El caso es que empecé a investigar por mi cuenta y empecé a encontrar bastante información al respecto. Años más tarde, ya viviendo en Barcelona, empecé a estudiar un máster de Tipografía Avanzada y ahí se unieron los puntos. Me encontré de pronto con que todas esas dudas que yo había tenido desde hacía tiempo podían englobarse una disciplina que se encargaba de eso y mucho más: la ortotipografía.
Todo el material que encontré me parecía demasiado denso y empecé a recoger recortes de prensa y publicidad con dudas más relacionadas con el diseño que con la lengua, y ahí empezó a surgir la idea de mi libro. Lo que tenía en la cabeza era un libro sencillo y muy divulgativo sobre ortotipografía. Insistí en que no tuviera tapa dura, que fuera flexible y fácil de llevar encima para leer en cualquier sitio; que no pesara y que no diera pereza leerlo. Por eso incluimos muchos ejemplos escritos con textos, muchos atajos por donde atacarlo y que, se abriera por donde se abriera, se pudiera descubrir algo nuevo sin necesidad de empezar por el principio del capítulo o del apartado. También tenía que tener muchos pies de foto y pequeños destacados con ideas sencillas y fáciles de recordar que fueran como pequeñas píldoras de primeros auxilios sobre la materia.
Si se ha conseguido —o no— el propósito con el que escribí el libro lo tendrán que decir los lectores del mismo. No obstante, por las opiniones que recibo, creo que sí conseguimos hacer un libro cómodo y sencillo de entender, con un tono ameno y relajado. Ortotipografía para diseñadores es el libro que eché de menos en mis años de estudiante, por eso me decidí a escribirlo gracias al apoyo de la editorial Gustavo Gili.
Raquel Marín Álvarez es licenciada en Humanidades y diseñadora gráfica especializada en ortotipografía. Está detrás de Lalolagráfica, un estudio de diseño gráfico especializado en diseño editorial y tipografía. Después del éxito de su primer libro, está trabajando en su segunda publicación y en su tesis doctoral.